En su búsqueda de soluciones a los retos del mantenimiento aplazado, algunos gestores de instalaciones han recurrido a los sistemas de gestión de edificios (Building Management Systems, BMS) para obtener respuestas. Estos sistemas controlados por ordenador administran el equipo mecánico y eléctrico del edificio, incluidos recursos como bombas de calor y sistemas de iluminación.
El objetivo de los sistemas BMS era facilitar a los gestores de las instalaciones el control de las configuraciones, y permitir que tuviesen una cosa menos de la que preocuparse. Sin embargo, depender de un BMS tiene varias desventajas.
Una solución más reciente para los retos del mantenimiento aplazado y la gestión reactiva es el Internet de las Cosas (IoT), la conexión y comunicación entre máquinas que aprovecha datos obtenidos de dispositivos inalámbricos, como sensores.
Los sensores están basados en la nube y recopilan datos en tiempo real. Pueden distinguir entre diferentes acústicas, detectar movimiento o medir niveles de partículas de PM2,5. Esta información granular y especializada, que incluye dispositivos que están a punto de fallar, representa el enorme valor que ofrece el IoT, y que los gestores de instalaciones tanto necesitan. Este conocimiento les permite a los gestores de instalaciones centrarse específicamente en oportunidades de eficiencia que aportan un impacto inmediato y mensurable.